domingo, 20 de novembro de 2011

EQUIDAD SOCIAL

¿Por qué nos parece extraña esa escena?

Buscando en el Diccionario de la RAE encontramos el concepto de:

equidad. (Del lat. aequĭtas, -ātis). f. Igualdad de ánimo.
Para entenderlo mejor, vayamos a lo contrario. El concepto de:

iniquidad.(Del lat. iniquĭtas, -ātis). f. Maldad, injusticia grande.

Pues bien, las medidas económicas que están apareciendo por ahí, estos conceptos son fundamentales para que la sociedad argentina progrese o retroceda. El Gobierno parece dispuesto a ponerle el cascabel al gato. No será fácil, pues hay “iniquidades” de larga data, y para atacarlas deberá adoptar medidas no sólo duras sino susceptibles de mil mal entendidos.

Vamos por partes. ¿Cuál es la diferencia entre equidad e igualdad? El diccionario le agrega el concepto “de ánimo”. La igualdad es de la esencia de las cosas. La equidad es el tratamiento igualitario que se da a lo que es, en su esencia, igual. Un ejemplo con el matrimonio igualitario. El amor de dos hombres o mujeres que quieren compartir sus vidas, siempre fue, es y será igual al de un hombre y una mujer que quieran unirse. En el fondo, son dos seres humanos. Pero esa realidad no tenía un trato equitativo en la sociedad argentina antes del matrimonio igualitario, ni la tiene en tantas sociedades que aún discriminan. Cuando el Parlamento vota la ley, restablece la equidad en situaciones que, en su esencia, son iguales entre sí.
Imaginemos lo contrario: que hubiese una ley que limitase el casamiento entre personas de la misma franja etaria: jóvenes con jóvenes y maduros con maduros. Sería una iniquidad. No respetar la igualdad entre dos seres humanos, independiente de edad, raza, credo o cualquier otra diferencia.

Si entramos en el terreno de las iniquidades sociales, veremos que hay una serie de ellas que los ciudadanos venimos sufriendo desde siempre, desde Caín y Abel o desde cuando existe la posibilidad del hombre errar en sus opciones.

Las desigualdades que existen en lo físico, lo psíquico y lo social, forman parte de la diversidad humana. Unos sanos, otros enfermos. Unos bonitos, otros feos. Unos inteligentes, otros lerdos. Pero todos iguales en su esencia humana, de seres libres e inteligentes. Por eso no se pueden aceptar las discriminaciones, y es inicuo discriminar. Algo que permanentemente ocurre en nuestra sociedad. Te discriminan en la entrevista para empleo, o cuando subís al colectivo o cruzás una calle, o si sos un barredor de calles o recolector de basura.
Si es iniquidad no tratar a todos por igual en el respeto a sus derechos, es inicuo también medir a todos con la misma vara, sin tener en cuenta esa diversidad social que existe, o por naturaleza, o por injusticia.

Y eso es lo que nuestros ricos y pobres van a tener que entender y saber aceptar con este asunto de los subsidios. Es algo jodido, pero imprescindible, que debe ser tomado como el toro por las astas.
Ni los ricos pueden sentirse injusticiados porque tengan que pagar lo que sería correcto, ni los pobres o no tan pobres deben sentirse avergonzados por recibir algo que lleva en cuenta su fragilidad económica. Aunque no sea pobreza extrema, simplemente la del laburante al que le cuesta llegar al final de mes con su salario.

Todos deben pagar, pero no todos deben pagar LO MISMO. Porque esto sería injusto.

Y ese es el principio de equidad social que deberá ser discutido, y defendido entre tantas paparruchadas que se van a escuchar en los tiempos que se avecinan. Ni hablar de las campañas tendenciosas de aquellos que no tienen escrúpulos en echar leña al fuego, teniendo como único objetivo que el circo pegue fuego.
Felizmente la bonanza económica de nuestro sufrido Tercer Mundo no es una burbuja artificial sino responde a realidades sólidas basadas en el trabajo y la creación de riqueza, ,ya que recursos naturales nos sobran. Y conducciones gubernamentales celosas de la autoridad política de la que están investidos, para no ser marionetas de las corporaciones internacionales.

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