sexta-feira, 25 de março de 2011

LA LECCIÓN DE UN 24

Foto "robada" de La Opinión, semanario sanpedrino.

Hay momentos en que el silencio es la mejor respuesta a la angustia que sentimos dentro. Cualquier palabra que dijéramos, cualquier sentimiento que expresáramos, terminaría siendo algo “chanta”. Por eso guardé silencio ayer, en el 35º aniversario del golpe militar.

Aquel día, era para mí más um día de intenso trabajo en la Gráfica que gerenciaba en Brasilia. Mi rutina de laburo era correr todo el día atrás de los mil problemas que acontecen para imprimir libros o revistas. En una de mis pasadas por el hall de la recepción, el dueño de la empresa, que era un diputado brasilero de la oposición, gritó para mí: “Sr. Eduardo, depusieron a Isabelita. Los militares tomaron el poder...” Yo me limité a encoger los hombros, como no dando mucha importancia, ya que el hombre desconocía “mi pasado”. Por mi interior había una angustia enorme, porque estaba seguro que nubes negras se avecinaban para mi tierra, y para tantos amigos, compañeros que no habían tenido mi suerte de haber salido...dos meses antes.

Todos sabíamos que se venía el golpe, y que sería terrible. El ejemplo de Chile estaba bien fresco, y estaba cantado que vendrían “degollando”. El exílio puede ser dorado, pero es exílio siempre. Es un dolor que uno lleva dentro, aunque uno asuma feliz el mundo concreto que te rodea y se identifique con la ideosincrasia de los que te rodean. Porque “tu mundo” sigue siendo aquel distante, del que se puede participar “a medias”. Uno termina adaptándose, intentando dejar el corazón “curtido” como la piel de un viejo marinero. Pero como uno no es de hierro....

Por eso ayer quede “grogui”. Terminé recogiéndome en la soledad de la lejanía, la internet no me ayudó a compartir los momentos de “la Plaza” pues tenía imagen, pero no funcionaba el sonido de la TV pública. Ahí puse la radio de San Pedro, y acompañé el acto por la Memoria. Recuerdos muy fuertes, era como si los viese entrar a Esteban o al “Grillo” en la casilla que habíamos instalado en el Barrio Obrero, donde funcionaba un “Centro de Promoción”, que hoy es un Centro Complementario. Y donde creo que se ha colocado una placa en memoria de estos chicos desaparecidos. Las palabras del Naico fueron emocionantes, por la importancia de dar nombre a los bueyes...

Pero como todas las angustias son pasajeras, al despertar hoy me dije a mi mismo: “a la mierda los recuerdos nostálgicos!” Y me dediqué a la matutina lectura de Página 12 y de nuestros blogs, para llenarme de la realidad del presente, ese que tengo que vivir de lejos, pero no hay otro remedio. ¡La puta madre! Uno siente el cambio, y con seguridad estamos en un comienzo.

Es como salir de una larga noche de más de 30 años. Y si alguien se ofende creyendo que ignoro los valores del 83, le respondo que de ninguna manera. Sé que Alfonsín hizo lo que los dirigentes peronistas no hubiesen hecho nunca si hubiesen ganado ellos. Pero se quedó a mitad de camino. Y terminó siendo presa fácil de los Duhalde/Menem, de la Sociedad Rural, de las grandes corporaciones. En el episodio que considero la bisagra de su gobierno, le faltó la audacia que tuvo Néstor cuando ordenó bajar el cuadro del genocida. Tal vez eligió “la prudencia”, pero en el fondo fue una falta de confianza en esa Plaza llena hasta la medula, donde sólo había argentinos dispuestos a defender la democracia naciente.

Nada mejor estos días que haber visto de nuevo el video de Videla sobre “la incorporación del peronismo” a la vida nacional. Y ahí me acordé que desde la “Fusiladora”, los sectores “democráticos” eran aquellos que proscribían a la mayoría de los argentinos. Pero..¿cómo? ¿Acaso democracia no es el gobierno de la mayoría? ¿Quiénes eran ellos para determinar quién puede o quién no puede opinar? Y “ellos” no eran sólo milicos. Eran políticos, empresários, eclesiásticos, periodistas, etc. etc.

Ahí viene el contraargumento. Somos “vengativos” o “negativos”. ¿No nos basta con mandar en cana a los autores materiales? Tal vez no sea para mandar en cana, fuera de aquellos que cometieron crímenes. Pero sí es necesario desenmascarar, marcar a sangre y espada a aquellos que fueron el soporte de todo ese proceso maldito, porque ellos siguen vivitos y coleando...siguen dueños de los principales medios de comunicación, y lo que es peor, siguen dueños de plantar mentiras, sandeces o prejuicios con tintes intelectuales. Me parecieron geniales los carteles de Mirta, Grondona con la gorra de milicos. Se van a sentir perseguidos. Lo lamento.

Pero las nuevas generaciones tienen el derecho de conocer la historia real, y no la que nos contaron los vencedores ocasionales...Porque todos ellos fueron VENCEDORES OCASIONALES. Si un sentimiento fuerte se gesta en todos aquellos que sufrimos la amputación de una parte de nuestra vida, es que finalmente, NO NOS HAN VENCIDO.

De la sangre de nuestros compañeros muertos están brotando viviendas, cooperativas, escuelas, una sociedad más consciente, un pueblo más organizado, más feliz. Una sociedad más justa e igualitária, que respete a las minorias, pero que siga la voluntad de la mayoría. Porque hasta ahora, siempre fue como el canto de María Elena Walsh, el reino del revés. Dicen respetar a la mayoría, pero hacen lo que indica la minoria...Bueno, fue así hasta llegar Néstor y Cristina. Ellos eran peleadores, mal educados, irreverentes, imprudentes y facciosos. Todo porque no hacían lo que ellos querían.

¡Ah, democracia! ¡Cuán largo es el camino para recorrerte...! Pero calma, que llegamos.

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